Si bien el edificio es una torre bastante fea, hay que decir que está en la mejor zona de Sanlúcar. A un paso de las playas y del centro histórico. La habitación era muy grande y además en un piso noveno, con lo que las vistas al centro histórico de la ciudad eran impresionantes. La decoración en colores pastel , y el baño amplio, y sí, había en él un ligero olor a cañerías, pero no era para tanto (esto junto con los ascensores -pequeños e insuficientes en algún momento puntual- son lo único no positivo a remarcar). El desayuno es bueno, con un personal amabilísimo (todo el personal en general). Obviamente destacar la cafetería y terraza que hay en el último piso, que es muy popular, con unas vistas impresionantes de Doñana y el Guadalquivir, y la cafetería que imita un tren antiguo en la que se come menú del día con una excelente relación precio calidad. Por último señalar que dispone de habitaciones comunicadas. Sin duda volvería a este hotel