Hotel que queda a 4 km de Caltagirone, tranquilo y silencioso. Por un lado tienes la facilidad de aparcamiento, pero no hay nada más alrededor y dependes del coche si pretendes cenar algo. Parece un antiguo convento/monasterio, con habitaciones muy grandes, limpias, y poco decoradas, pero que para pasar unos pocos días tienen todo lo necesario. La atención fue muy agradable; nos invitaron a un café y a unas pastas para desayunar a pesar de que ya había pasado la hora del desayuno.