Nos ha encantado estar en el hotel y disfrutar de su conexión con la bodega. El servicio es muy bueno y la habitación bastante cómoda.
El diseño es impresionante, aunque realmente las parte surprendiente es el exterior. El interior en mucho más convencional y hasta un poco aburrido.
Los restaurantes son bastante buenos, con algunos "peros". El gastronómico que tiene estrella Michelín es muy bueno, pero hay mejores, especialmente considerando el precio. El desayuno también es bueno pero muy muy limitado para un hotel de este nivel (solo cambia el "huevo del día" que es una porción muy pequeña).
En general es una buena experiencia, pero muy carro por lo que ofrece. Seguramente habrá otros en la región igualmente buenos por la mitad del coste, obviamente sin el mismo factor de "glamour".