Tlatlauquitepec vale mucho la pena de conocer. No es sólo un pueblo accesorio de Cuetzalan, sino un sitio que merece disfrutarse unos días.
El hotel es muy acogedor y la atención de todos, desde su dueño Jorge hasta la camarera, se esmeran en atenderte.
Las habitaciones son oequeñas, pero decoradas con muy buen gusto, mediante textiles de la región y de estupenda calidad.
Las chimeneas están en las terrazas y no dentro, lo cual es un poco desepcionante, pero la vista es única, con un cerro que de verdad otorga un espectáculo de colores, dependiendo la hora ylas condiciones climáticas.
Nos tocó neblina intermitente y eso le dió un sabor muyromántico a nuestro viaje.