Un edificio viejo clásico muy bien adaptado, con el encanto de la hacienda y la comodidad de un hotel renovado. Excelente alternativa.
La queja es que el restaurante esta rebasado: como también acude mucha gente a desayunar, sobre todo los fines de semana, los huéspedes debemos ir a otro lado a desayunar porque no hay cupo, y hay lista de espera larguísima.
Tal vez podrían implementar otra ala del hotel para esas ocasiones, o darle prioridad a los huéspedes… algo así, para no tener que irnos… o servicio a cuartos, algo que resuelva, cuando menos una carta básica.