El estudio del bajo izquierda de la Casa Gregorio, es muy oscuro y no se pueden abrir las ventanas por el trasiego de gente y coches que hay; la luces que tiene muy tenues, muy tristes; la cama dura, el sillón cama más duro todavía, malo para sentarse y te rompe la espalda para dormir. La insonorización brilla por su ausencia, los del piso de arriba parecía que nos iban a orinar encima, coincide el baño con la ubicación de la cama. Lo único que se salva es la cocina, que está bien, a pesar de lo minúsculo del frigorífico.