Es un antiguo Meliá, en el centro de Valladolid.
Los material son antiguos pero, como son de calidad, tienen un muy buen envejecimiento.
El personal tiene esa profesionalidad de los hoteles antiguos de 4 estrellas, con un muy buen servicio pero poco cercano.
Existe una cafetería en la que no hay nada para desayunar hasta media mañana pero hay bares en las inmediaciones.
Mi habitación era gigante, porque estaba en un chaflán. Cama cómoda y con sábanas ya antiguas que se deberían cambiar, pero de calidad. Si tu habitación da a la plaza o calle, pide una altura porque se oye demasiado en la noche (mi habitación era una 3ª altura).
El baño es pequeño, comparado con el tamaño de la habitación pero más que suficiente.
El hotel dispone de muchas habitaciones, por lo que suele tener grupos de clientes. No noté molestia por este tema.
El parking del hotel dispone de muchas plazas con poco espacio entre ellas. En mi estancia, pude aparcar donde quise pero si se llena, no se si podrían aprovechar todas o sacar el coche si otro te lo aparca al lado.